• Marcha de los regatones

    Hombres y mujeres de todas las edades y condiciones sociales, marcharon ese 20 de julio de 1945, armados de regatones, palas y barras, con la total decisión de construir la pista del Aeropuerto Matecaña.

  • LOREM IPSUN

    «Mi llamado a todos los que viajan: disfruten sus vacaciones de verano, pero háganlo con precaución y responsabilidad», dijo el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas. «En las vacaciones de verano, queremos que sea lo más difícil posible que el virus se propague nuevamente en Europa», agregó (15.06.2020). «Mi llamado a todos los que viajan: disfruten sus vacaciones de verano, pero háganlo con precaución y responsabilidad», dijo el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas. «En las vacaciones de verano, queremos que sea lo más difícil posible que el virus se propague nuevamente en Europa», agregó (15.06.2020).

Los convites están en la historia de Pereira, pero tal vez uno de los más épicos y trascendentales fue el que tuvo lugar el 20 de julio de 1945, con motivo de la construcción de la pista del Aeropuerto Matecaña. Así lo describe Luis Carlos González, citado por el historiador Víctor Zuluaga en su libro Historia Extensa de Pereira (Zuluaga, 2013. Pág. 356):

«El 20 de julio de 1945, por iniciativa de don Benjamín Ángel Maya y bajo la dirección de los ingenieros Drews Castro, autor de los planos, Tiberio Ochoa Uribe, Enrique Gómez Pineda, Rafael Calle, De la Cuesta y Hurtado Sarria, tuvo lugar el histórico convite simbólico citado con frecuencia. Los pereiranos, de las siete de la mañana a las seis de la tarde, en posesión de regatones, barras, palas, barras, palas y carretillas, empezaron a mover tierras desde la línea de ceros…”». (GONZALEZ, Luis Carlos, 1984, p. 66-67).

Aeropuerto Matecaña: foto de Donato García -http://www.eltiempo.com/Multimedia/galeria_fotos/colombia7/GALERIAFOTOS-WEB-PLANTILLA_GALERIA_FOTOS-13034828.html. Tomado de: Historia Extensa de Pereira de Victor Zuluaga, 2013.

El sueño de tener un Aeropuerto propio, significó para los pereiranos un símbolo inequívoco de la emancipación de Risaralda del gobierno caldense y, por lo tanto, de su capacidad de erigirse como ciudad capital, moderna y progresista.